EL
DESVÁN
Los
pulmones del desván
respiran
luces de seda
por
la nariz que al tejado
le
pusieron por tronera.
Colecciona
el sol avaro
en
la penumbra monedas
que
ha colado entre los huecos
de
la tablas y las tejas.
Una
fina caspa de oro
cae
del sol mientras se peina...
En
la tarima extendidas,
-pasas
ya-, las uvas frescas;
tienen
flacidez y arrugas
y
del rampojo se sueltan.
Oigo
en las tejas gorjeo
de
aladas criaturas nuevas
que
agudizan los chirridos
en
las horas de la ceba.
El
tordo, con su sotana
de
arcipreste, se pasea;
estrepitosos
sermones
desde
el tejado remeda...
...¿Y
qué estoy haciendo aquí
asomado
a mi azotea,
sobre
este mar cincelado
con
olas, de musgo viejas,
y
con mástiles de barcos
de
metálicas antenas?...
Para
encontrarme a mi mismo,
-al
de dentro, no al de fuera-,
me
he perdido entre la sombra
con
mis gozos y mis penas.
Soy
el gato, que he venido
con
pisadas blandas, quedas,
a
capturar a mi yo,
que
es ratón que me la juega.
Estoy
aquí en el desván
despegado
de la tierra...
Extiendo
la telaraña
de
la soledad completa...
Quiero
atrapar con las moscas
las
patas de las estrellas
y
paladear en silencio,
-en
tan íntima huronera-,
los
ruidos que me hace el alma
que
en mi interior traquetea...
Yo
necesito el desván.
Porque
allí está la despensa
donde
el espíritu come,
donde
las meninges piensan,
donde
el cuerpo se deslastra
de
brillos de lentejuela,
donde
el alma niña salta
con
la comba de la esencia...
I.S.B.N.84-398-8126-6
Depósito
Legal: VA-605-86
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