MIS
HIJOS
Son
los ojos de mis hijos
un
paisaje limpio y nuevo:
los
de Sara- pardos-, tierra,
los
de Alberto- azules-, cielo.
Y
esa inocencia feliz
que
derrochan en sus juegos
desintoxica
mi vida
de
miserias y de miedos.
Sara
es mamá de muñecas
a
las que da blancos besos,
les
cambia ropa y zapatos,
es
la “seño” del colegio,
es
enfermera y las pincha
con
la jeringa del dedo.
Sara,
quiero ser papá
de
tus pequeños muñecos,
para
poder regresar
a
ese mundo de los sueños
donde
todo es color rosa,
donde
la vida es un juego...
Déjame
jugar un poco
a
ser un papá pequeño.
Alberto
es el capitán
de
un batallón hipotético.
Lucha
en contra de los malos,
él
es jefe de los buenos,
es
guerrero del espacio,
es
pirata y mosquetero.
Que
para Alberto la guerra
no
es miseria, sangre, fuego.
(De
la guerra los chiquillos
hacen
un precioso juego,
donde
los muertos que se hacen
es
que se tiran al suelo
y
pueden resucitar
después,
en cualquier momento).
Si
se mataran así
los
hombres del mundo entero,
se
harían balas de nata,
y
los misiles de queso,
puñal
y espada serían
de
fresa y de caramelo.
¡Ojalá
fuera, hijo mío,
la
guerra tan solo un juego!
Quiero
bajar, hijos míos,
a
vuestro mundo pequeño
y
ser papá de verdad
de
niños de carne y hueso.
Alberto
y Sara, hijos míos,
hijos
míos, Sara, Alberto,
a
vosotros me declaro
y
digo fuerte que os quiero.
Algún
día, ya mayores,
-que
va muy rápido el tiempo-
entenderéis
este amor
como
ahora yo lo entiendo...
Vosotros
ya seréis padres,
yo
seré entonces abuelo...
Pero
dejad que en la infancia
yo
me incluya en vuestros juegos,
dejadme
que forme parte
del
“Castillo Caramelo”.
I.S.B.N.84-398-8126-6
Depósito
Legal: VA-605-86
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