EL
VALS DE LA ESGUEVA AZUL
Señor
Strauss: Ya lo sé
que
no estamos en Viena
ni
es el Danubio este río...
Pero
yo quiero dar fe,
en
este vals que ahora suena,
de
la Esgueva, que es el mío.
Y
yo escribo en pentagramas
que
son surcos de labranza,
corcheas
de campanillas,
armonía
de retamas
y
arpegio con mi añoranza
sobre
las gentes sencillas.
Y
le he colgado mordentes
de
abejas y mariposas
orlando
su melodía...
Bailan
seres inocentes
en
las salas fastuosas
de
mi ingenua fantasía...
¿Y
la orquesta?
Más
modesta,
pero
no con menos brillo
en
esta humilde versión:
El
violín
saltarín
para
las cuerdas del grillo,
para
el sapo saxofón...
Y
se empeña
la
cigüeña,
que
sobre el nido crotora
en
hacer la percusión...
¿Muselinas?
Las
más finas
en
el ocaso y la aurora...
¡Todo
el valle por salón!
Y
la gente labradora,
la
de ayer y la de ahora,
está
bailando en mi mente,
señor
Straus, este son.
Un
vals para mi palacio.
Barones
de tez de arcilla
que
con la mula y la trilla
bailan
al sol muy despacio.
¿Y
la lámpara plateada
de
los cristales labrados?
¡Colgando
de los tejados
en
el rigor de la helada!
En
pentagramas de amor
la
música del cariño.
¡De
este vals de mi ayer niño
quiero
ser el director!
Señor
Strauss: ya lo ve,
Villanueva
no es Viena,
no
es el Danubio este río...
Pero
en mi vals yo doy fe
de
esta Esgueva que resuena...
¡Su
tres por cuatro es el mío!
I.S.B.N.84-398-8126-6
Depósito
Legal: VA-605-86
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