BUENOS
DÍAS TENGA USTED
¡Buenos
días tenga usted!,
querido y
viejo maestro;
el de las
gafas de concha
sobre el
perfil aguileño,
el que
colgaba su traje
de la
percha de sus huesos,
el que me
enseñó la tabla
con un
sonsonete ingenuo...
¡Buenos
días tenga usted!,
y el
pupitre y el tintero,
“la
correa de Rodrigo”,
la leche en
polvo y el queso
y la estufa
de carbón
con humo y
frío de invierno.
¡Buenos
días tenga usted!,
que me
enseñó los ejemplos
de las
abejas y hormigas:
-su
trabajo, ahorro, ingenio-
y a
conseguir de esa forma
lo poco y
mucho que tengo.
¡Buenos
días tenga usted!,
los celtas
y los iberos,
los romanos
y los bárbaros,
los
fenicios y los griegos,
la lista de
reyes godos,
los
egipcios, los hebreos...
¡Buenos
días tenga usted!,
querido y
viejo maestro,
usted, que
abrió en mi los surcos
a
elementales conceptos,
usted, que
echó su hormigón
y modeló
mis cimientos.
¡Buenos
días tenga usted!,
querido y
viejo maestro,
el asueto
de los jueves,
la media
hora de recreo
y la
escuela, la primera
que me
dieron en mi pueblo...
¡Buenos
días tenga usted!
Como ayer
se los deseo,
con la
feliz muletilla
que no
olvidé con el tiempo:
¡BUENOS
DÍAS TENGA USTED,
QUERIDO Y
VIEJO MAESTRO!
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