lunes, 27 de febrero de 2017

LA PEQUEÑA MECEDORA AZUL





LA PEQUEÑA MECEDORA AZUL

No la quemes madre, no,
¡no se te ocurra quemarla!...

La pequeña mecedora,
en el desván olvidada,
es una sillita endeble
sin la menor importancia:
son cuatro tablas azules
encima de dos curvadas,
que acunaron a los niños
y ahora mecen a las ratas.
Es hermana del “moisés”
de fuertes mimbres trenzadas,
que pegada tuvo a ellas
la azucena de las nanas.

No la quemes madre, no,
no se la des a las llamas,
porque fue continuación
del vaivén de tus entrañas...

Hoy está mi corazón
intentando repintarla
con pintura del recuerdo,
que es del pasado la pátina...
...Y me está oliendo a ropón
a treinta años de distancia,
me huele a sopas de leche
hervidas sobre las brasas
y balancean la silla

rollizas piernas rosadas...

Madre, madre no la tires,
que yo quiero conservarla...
Pues cuando subo al desván
que hay arriba de la casa,
no puedes imaginar
qué gusto me da encontrarla.
¡Se me endurecen los labios,
el corazón es quien habla
y un relámpago de gozo
cosquillea mis entrañas!
Porque debajo del polvo
que de atreve a tapizarla,
hay un pasado feliz
agarrándose a sus tablas...

¡Mece un poquito la silla
que nunca va a ser usada!
Pero nunca quemes, madre,
esta mecedora enana.

Porque tiene balbuceos
repetidos:...pa...pa...ma...ma,
porque tiene soles blancos
de otoños en la solana
y está pintada de azul:
color de cielo y distancia...

Muchos niños cabalgaron
en su montura dorada,
pero no lograron nunca
las herraduras quitarla...
¿Y ahora quieres madre, tú,
probarla el filo del hacha?... ... ...

¡Madre, madre, no la quemes!
¿Quieres quemar nuestra infancia?



I.S.B.N.84-398-8126-6
Depósito Legal: VA-605-86





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