EL
ABUELO ISAAC
Lenta y
torpe, sobre el suelo
de la calle
tortuosa,
se
escuchaba cadenciosa
la cachaba
del abuelo.
El sol se
hacía espejuelo
en sus
gafas de hojalata,
-por detrás
la catarata
sobre los
ojos gastados-.
Sus dientes
son almenados,
cabello y
cejas, de plata.
Llegaba de
la ciudad,
como en
otras ocasiones,
toda llena
de ilusiones
su
sonrosada bondad...
Mentalmente,
por la edad,
los nietos
va ennumerando:
Javier,
Jesús y Fernando,
José,
Alfonso, Carmelo,
“la niña”
y el pequeñuelo...
...¿Le
estarían esperando?...
Dobló
la esquina,...al momento
un niño
gritó:¡el abuelo!...
Celofán
de un caramelo,
risas,
besos y contento...
¡Escenas
de sentimiento!
Caballito
la cachaba
que más
travieso le hurtaba...
Era el amor
en alud
de una
infancia y senectud
que quería,
que besaba...
¡Y
qué bien se conocía
los
sarmientos y racimos
de la viña
a la que fuimos
a por uvas
aquel día!
El sol casi
derretía
nuestras
frentes de sudor
y doraba
aquel verdor:
el albillo,
el moscatel
y el racimo
negro aquel,
-ubres de
vino y dulzor-.
¡Son
tantas escenas, tantas
las que
rondan por mi mente,
que hoy mi
pluma se ha hecho fuente
de aquellas
vivencias santas!
¡Abuelo,
yo sé que aguantas
y que das
tu caramelo
a ocho
angelitos del cielo;
también
sé que al más pequeño,
para que
duerma su sueño,
le estás
acunando, abuelo!
I.S.B.N.84-398-8126-6
Depósito
Legal: VA-605-86
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