jueves, 23 de febrero de 2017


LA ESGUEVA AZUL






Recuerdo Esgueva Azul de aquella infancia

la sangre alborotada de tu pulso,

vertiendo sobre tierras ribereñas

excesos de humedad entre los surcos.



Los trigos y cebadas: arrozales.

Aguada su esperanza de dar fruto.

El puente con sillares desprendidos,

en trágico equilibrio, sin futuro...



Recuerdo, Esgueva Azul de aquella infancia,

dos cántaros colgados en un burro

y al otro lado; haciendo contrapeso,

dos niños en fantástico columpio.



Carámbanos de invierno, que rompían

las manos con reuma. Hielo duro...



También Esgueva Azul, en los veranos,

recuerdo tu hilo tímido y menudo...

Los barbos y cangrejos, condenados

a muerte, en el bochorno denso, puro...



La polla de agua, el pato, la serpiente,

la rana y la cigüeña sin recursos:

muriéndose de sed envenenados.

Fue tu tacañería su cianuro.



Esgueva también yo, que me desbordo

o agosto con estíos mis impulsos.



Viniste tras de mí, sobre mis pasos,

igual que tras el fuego llega el humo

y vives a mi lado, como yo,

bien prieto entre cementos y altos muros...



Aquí, sobre el Pisuerga desemboco,

Esgueva, como tú; con él me fundo

y dejo que otro río me disuelva

y estire hacia la mar mi vida en curso.


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