LA
ESGUEVA AZUL
Recuerdo
Esgueva Azul de aquella infancia
la sangre
alborotada de tu pulso,
vertiendo
sobre tierras ribereñas
excesos de
humedad entre los surcos.
Los trigos
y cebadas: arrozales.
Aguada su
esperanza de dar fruto.
El puente
con sillares desprendidos,
en trágico
equilibrio, sin futuro...
Recuerdo,
Esgueva Azul de aquella infancia,
dos
cántaros colgados en un burro
y al otro
lado; haciendo contrapeso,
dos niños
en fantástico columpio.
Carámbanos
de invierno, que rompían
las manos
con reuma. Hielo duro...
También
Esgueva Azul, en los veranos,
recuerdo tu
hilo tímido y menudo...
Los barbos
y cangrejos, condenados
a muerte,
en el bochorno denso, puro...
La polla de
agua, el pato, la serpiente,
la rana y
la cigüeña sin recursos:
muriéndose
de sed envenenados.
Fue tu
tacañería su cianuro.
Esgueva
también yo, que me desbordo
o
agosto con estíos mis impulsos.
Viniste
tras de mí, sobre mis pasos,
igual que
tras el fuego llega el humo
y vives a
mi lado, como yo,
bien prieto
entre cementos y altos muros...
Aquí,
sobre el Pisuerga desemboco,
Esgueva,
como tú; con él me fundo
y dejo que
otro río me disuelva
y estire
hacia la mar mi vida en curso.
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